domingo, 27 de mayo de 2012

Una semana en Japón (8). Día 7: Tokio.

Nuestro viaje va tocando a su final, hoy comenzamos nuestro último día completo en Japón. Antes de nada,   si estáis en un hotel que tenga "Airport Limousine" (como el Villa Fontaine) convendría que la reservarais para mañana, incluso no estaría mal que lo hicierais aún con mayor antelación. Si no lo tiene, mañana os  explicaré como ir al aeropuerto.

Para los que hayan ido adelantando el trabajo según os he sugerido, hoy será un apacible día de visita en la playa. Para el resto, un no menos apacible día en Tokio. La que os describiré a continuación será la segunda opción. 

A los primeros poca cosa os voy a decir, con todas las herramientas que habéis usado ya en esta semana seréis perfectamente capaces de planear una sencilla visita a Kamakura. Se trata de una bonita ciudad en la costa al sur de Tokio, especialmente famosa por su gran Buda, pero con muchos otros atractivos. Como siempre, lo mejor es consultar Hyperdia para seleccionar el tren más adecuado. Os dejo una foto de un viaje anterior y nos vemos esta noche en la cena. Tratad de estar de vuelta en el hotel a eso de las 1900. Hasta luego y pasadlo bien.

El gran Buda de Kamakura (foto de 2005)

Para los que se queden en Tokio, vamos con los detalles del día.

Comenzaremos relajadamente visitando los jardines de Hama Rikyu. Se trata de unos jardines situados a escasos metros de nuestro hotel , así que no hay más que salir a la calle, girar a la derecha y rodear el edificio del Villa Fontaine y el Conrad para llegar a la entrada de los jardines. Le tomamos prestado el mapa a Japan Guide ya que es perfecto:


En este caso no son de acceso libre, tendremos que pagar 300¥ por persona. Lo más llamativo de este jardín es que está rodeado de rascacielos (menos por el lado del mar y solo en parte). En este viaje estuvimos en Japón durante la floración de los cerezos. Hama Rikyu no es el lugar perfecto para fotografiar cerezos, pero lo teníamos al lado del hotel...


Un par de imágenes de Hama Rikyu. 

Cuando hayáis terminado de llenar vuestro espíritu de paz y tranquilidad estaremos dispuestos para marchar, aunque no lo haremos saliendo por la misma puerta de entrada, ni siquiera en el coche de san Fernando en el que vinimos, sino en barco, como unos señores. Si os fijáis en el mapa que puse antes en una de las esquinas pone "Water bus landing". Ese es el embarcadero de unos ferries turísticos con varios destinos. Nosotros vamos a tomar el que va a Asakusa, aunque como ese barrio ya lo tenemos visto nos bajaremos en la siguiente parada, al otro lado del río, en Ryogoku (500¥ para adultos).

Llegando a Asakusa en el river bus.

En Ryogoku hay dos cosas importantes, ambas junto al embarcadero y fácilmente identificables: el estadio de sumo Kokugikan y el museo de Edo-Tokyo. Cuando bajéis del barco sencillamente alejaos perpendicularmente del río y llegaréis al museo tras rodear el estadio. 200 m, no hay pérdida. Estoy seguro que el estadio de Sumo es interesantísimo y espero visitarlo alguna vez, pero el objeto de que nos desplacemos a esta zona de Tokio es éste (foto tomada prestada de la wiki, yo no tengo ninguna decente, un edificio blanco contra un cielo blanco no es muy fotogénico):

Vista exterior del museo de Edo-Tokyo

Edo es el nombre antiguo de Tokio y, por extensión, dio nombre a una de las eras más importantes en la historia de Japón, la de los Tokugawa (recordad que ya hablamos de su fundador ayer) ya que trasladaron la capital a esta ciudad. El museo de Edo-Tokyo nos muestra como era Tokio en la época Edo, como creció, evolucionó y finalmente se modernizó ya en la era Meiji. Por cierto, aprovecho para meter una cuñita de cultura general japonesa:

"Aunque hoy en día en Japón usan de forma mayoritaria el calendario gregoriano para marcar las fechas, en realidad este corre paralelo al tradicional japonés, que se basa en eras o nengo. Cada era comienza cuando un determinado emperador alcanza el trono y tiene un nombre propio. Los años se identifican con el nombre de la era y después un número correlativo. Las cuatro últimas eras han sido Meiji (1868-1912), Taisho (1912-1926), Showa (1926-1989, la más larga de la historia, con el emperador Hirohito en el trono y la segunda guerra mundial de por medio) y la actual Heisei. Ahora mismo estamos en Heisei 24. Cuando cojáis un taxi, fijaos en la licencia del taxista; las fechas están en este sistema, así que no os asustéis si la licencia fue otorgada en el año 20, no es un taxista del futuro..."

Bien, saciados de culturilla de trivial, seguimos en el museo. La entrada cuesta 600¥ y por la mañana hay guías voluntarios gratuitos en diversos idiomas, incluido el español (otra nota cultural breve, nunca deis propina a un japonés. Adoran los regalos, pero les ofenden las propinas). En esta última visita recurrí a este servicio para que mi familia entendiera algo más de lo que es y fue Tokio, el guía tenía un nombre bastante gracioso: Morito y fue de lo más amable. No dejéis de deteneros en los paneles que explican la destrucción de Tokio en primavera del 45. La ciudad de la que estáis disfrutando estos días tiene menos de 70 años de vida. De antes no quedó NADA. Tres fotos para imaginar lo que pudo ser aquello (durillas, ojo) Foto1, Foto2, Foto3

Akihabara
Visto el museo va siendo hora de comer y aquí he de reconocer nuestro pecado, ese día comimos en un McDonald's junto a la estación de JR Ryogoku, ya que al próximo destino iremos directos en tren de JR y, por tanto, nos ahorraremos unos euritos con nuestro JRP. Nuestra siguiente escala es otra de las visitas obligadas de Tokio, bien es cierto que cada vez tiene menos interés, pero sigue siendo uno de los nombres que más repiten los turistas que han visitado la ciudad: Akihabara. Hace no tanto tiempo Akihabara era sinónimo de ver y tocar cachivaches que no llegarían a Europa hasta bastantes meses después, a veces años. Además, en momentos de yen bajo, era barato. Hoy no pasa ni una cosa ni otra, así que Akihabara no es más que una curiosidad turística. Hace ya bastantes años se montaron en los bajos de la estación de Akihabara unos puestucos en los que se vendían piezas de repuesto para las radios de la época. Esos puestos siguen existiendo (aunque mayoritariamente venden otras cosas más modernas) y merecen una visita, sobre todo si no sois claustrofóbicos. Alrededor de la estación fueron aposentándose tiendas de electrónica cada vez más grandes así como tiendas de artículos Manga, sobre todo para adultos. En los laterales del barrio sí hay algunas tiendas con aspecto de almacén que son muy baratas, tanto en artículos de liquidación como novedades.

Los puestecillos bajo la estación

Como dicen los guías turísticos de verdad, tiempo libre hasta las 1630 y no se pierdan. Nos vemos a esa hora de nuevo en la estación.

Desde Akihabara enfilamos de vuelta hacia el hotel, Tomaremos la JR Yamanote line haciendo uso de nuevo de nuestro ya hiperamortizado JRP y nos bajamos en Yurakucho. Los fines de semana peatonalizan algunas de las calles principales de Ginza, así que pasear de vuelta desde Yurakucho hacia el hotel tiene un aire especial. Además todo está abierto, por si alguien quiere echar un último vistazo de despedida.

Ginza peatonal

Hoy será nuestra última cena en Japón, así que vamos a celebrarlo como merece, con una despedida típica que estaríais echando de menos: sushi y sashimi. Vamos a acercarnos al Sushi zanmai de Tsukiji a cenar, al lado del hotel por lo tanto, así que podemos aprovechar para adelantar algo las maletas, por ejemplo, antes de ir a cenar. Aquí tenéis el mapa, en total hay 1000 metros desde la puerta del hotel:



Como os podéis imaginar la especialidad del local es el chuletón a la brasa al estilo de Pamplona.
.
.
.
No ha colado ¿no?


Os recomiendo pedir una bandeja especial zanmai de sashimi, más que correcta para tres personas. Recibiréis esto:




Bueno, parece que era fresco. Para los menos amantes del pescado crudo hay algunos platos alternativos en la carta como Tempura y algún pescado cocinado. El precio es contenido, esta cena para cuatro costó 11.000¥

Como cada noche, el que quiera salir tiene miles de oportunidades, tal vez la mejor volver a Roppongi ahora que ya lo conocéis. Para los sosos como yo, vuelta al hotel a cerrar el equipaje.

Japón, día 8




No hay comentarios:

Publicar un comentario