domingo, 24 de noviembre de 2013

Un insensato y un pirado: Orellana y Aguirre (I)

Goleta "América". De la Wiki
Hace unas semanas se dio uno de esos acontecimientos de los que algún día se hará una película con las estrellas de Hollywood de turno al timón, nunca mejor dicho. Me refiero a la remontada (qué digo remontada, eso fue más bien una escalada en toda regla) que el Club de Yates Golden Gate realizó ante el Real Escuadrón de Yates de Nueva Zelanda en la final de una de las competiciones deportivas más antiguas y con más impacto económico del mundo: la Copa América (o "del América"). Esta competición tiene su origen en la Exposición Universal de Londres de 1851. Para entretener a la parroquia, a alguien se le ocurrió programar una regata de yates alrededor de la isla de Wight, al sur de Inglaterra, frente a Southampton (pronúnciese "Sauzjámpton"). El primer vencedor fue la goleta America, que le daría nombre a la competición ya que su capitán sugirió al Club de Yates de Nueva York que se institucionalizara la regata. El mencionado club de yates neoyorkino organizaría y ganaría las 24 ediciones siguientes de la Copa, hasta que en 1983, por primera vez, un aspirante, el Real Club de Yates de Perth, se llevó la copa y la siguiente edición de la regata a Australia. Yates, goletas, catamaranes, barcos, barquitos... todos ellos construidos para la competición o el disfrute con las más modernas técnicas y materiales disponibles en cada momento y sin reparar en gastos. El "estado del arte" que diría algún traductor avezado. No es por quitarle mérito al asunto, nada más lejos de mi intención, sobre todo cuando aún tengo frescas en la memoria las impresionantes imágenes  de las recientes regatas y esos peaso catamaranes elevados sobre una fina ala-orza (por favor, algún técnico que me diga la palabra exacta), pero... así cualquiera. Más mérito tiene construir un barco en medio de la selva, después de haber cruzado una cordillera del siete, con el maderamen que tengas a mano y usando herraduras de caballo (que previamente te has zampado) para forjar clavos. Eso sí que era la "Copa de América". Ah, ya puestos, coges el barco y te lanzas corriente abajo por un río desconocido que no sabes donde acaba. Ya, si eso, al final organizas una regata... Pues todo eso lo hizo un insensato, como tantos otros conquistadores, llamado Francisco de Orellana, natural de Trujillo.

El clan de los Trujillanos

Trujillo fue el lugar de nacimiento de un número increíble de personajes relacionados con la historia de España en América (nunca me gustó eso de "conquistadores"), pero sin duda, una familia destaca sobre las demás: los Pizarro (Francisco, Hernando, Juan y Gonzalo). Si, amiguitos, generalmente cuando hablamos de Pizarro, a secas, en realidad estamos refiriéndonos a Francisco Pizarro González, fundador de Lima, pero hubo más Pizarros, hijos de distintas (3) madres, y todos hicieron algo por lo que ser recordados...

Gonzalo Pizarro era medio hermano de Francisco por parte de padre, obviamente, le acompañó en varios de los garbeos que don Francisco se dio por América del Sur y acabó siendo nombrado por su hermano gobernador de Quito. Al poco de hacerse cargo del chiringo, Gonzalo montó una expedición en busca del país de la canela y de El Dorado. Para tal empresa, don Gonzalo acabó confiando en otro trujillano de pro, que bien pudo haber sido compañero de juegos suyo en la niñez, ya que tenían prácticamente las misma edad: Francisco de Orellana. ¡Vaya! ¡Qué  casualidad! Dos paisanos de la misma edad unidos en sus devaneos americanos... pues... no, en realidad son tres paisanos. En efecto, a los antedichos se unió Fray Gaspar de Carvajal, también trujillano y solo algo mayor que Pizarro y Orellana, en calidad entre otras cosas de cronista, y ya sabéis la mucha estima que les tengo a los que me dan el trabajo casi hecho...

Mapa antiguo de la zona de Quito (¿Os he dicho que me encantan
los mapas antiguos?). Si abrís este a tamaño completo, se mencionan
 bastantes de los puntos por los que pasó Orellana
Allá por 1538 Orellana estaba de gobernador en Santiago de Guayaquil, ciudad que había prácticamente refundado tras que hubiera sido atacada por los aborígenes. A finales de 1539 Gonzalo Pizarro es nombrado gobernador de Quito y de inmediato monta la expedición que antes os comenté. Orellana ve enseguida la oportunidad de pillar cacho y se entrevista con G. Pizarro ofreciéndose para participar en la expedición. A cambio de 40.000 pesos de oro y veintitrés tíos, Orellana entra en la expedición, nada menos que como Teniente General de la misma. A continuación marchó de vuelta a Guayaquil en busca de sus cuates y para dejar sus asuntos en orden. Cuando regresó a Quito se encontró con la sorpresa de que Pizarro había partido ya, los trujillanos no parecían ser de mucho marear la perdiz y partieron casi de inmediato. Es de suponer que Orellana agarraría un mosqueo de cierta importancia al encontrarse con el percal pero, como es lógico, no se dejó amedrentar y salió al punto tras la estela de Pizarro. Por si no lo habíais pillado, tiene toda la pinta de que Pizarro se fiaba de Orellana ná y menos (si bien esta desconfianza no le había impedido aceptar la aportación económica pactada).

En realidad, cuatro décadas escasas depués del primer viaje de Colón, América estaba ya plagada de rencillas, envidias e inquinas entre las diversas cuadras de adelantados. La cosa, como no podía ser de otra manera, acabaría como el rosario de la Aurora, pero esa es historia para otro capítulo...

La expedición de Pizarro no era precisamente pequeña, contaba con casi 200 soldados y más de 3000 indios. Por contra, Orellana salió en su busca con 23 hombres, entre ellos fray Gaspar, que cuenta que en las jornadas que tardaron en encontrarse con don Gonzalo lo perdieron prácticamente todo:

"...y se determinó de pasar adelante y lo seguir, aunque los vecinos de la tierra se le estorbaban por haber de pasar por tierra muy belicosa y fragosa y que temían lo matasen, como habían hecho a otros que habían ido con muy gran copia de gente; pero no obstante esto, por servir a Su Majestad, determinó con todo este riesgo de seguir tras el dicho Gobernador; y así, padeciendo muchos trabajos, así de hambres como de guerras que los indios le daban, que por no llevar más de veinte y tres hombres muchas veces lo ponían en tanto aprieto que pensaron ser perdidos y muertos en manos de ellos, y con este trabajo, caminó xxxx leguas desde el Quito, en el término de las cuales perdió cuanto llevaba, de manera que cuando alcanzó al dicho Gonzalo Pizarro no llevaba sino una espada y una rodela"
Divisiones administrativas en América del Sur (Wiki)
Bueno, pues ya tenemos a los aproximadamente 223 soldados españoles y más de 3000 indios reunidos en algún lugar del actual Ecuador -probablemente en la zona próxima al Parque Nacional Sumaco Galeras- dispuestos a iniciar las etapas realmente complicadas en busca del Dorado, o la canela, o así...

Gonzalo Pizarro decide entonces salir por su cuenta con un "pequeño" grupo de soldados (se llevó a unos 80) en busca del país de la canela y deja al cargo del campamento a Orellana. A estas alturas la desconfianza de Pizarro hacia Orellana era más que evidente... Carvajal no aporta demasiada info sobre el recorrido de esta expedición de Pizarro:

"Después que el dicho Capitán llegó al dicho Gonzalo Pizarro, que era gobernador, fue en persona a descubrir la canela, y no halló tierra ni disposición donde a Su Majestad pudiese hacer servicio, y así determinó de pasar adelante"

Y ya. Con esas tres líneas despacha Carvajal lo que según algunas fuentes fueron unos dos meses de deambular hacia el norte desde la posición en la que se encontraban, llegando incluso a adentrarse en la actual Colombia. Pa ná. Uno de los posibles motivos de esta falta de datos es que Gonzalo Pizarro se hubiera salido de Nueva Castilla, que era el territorio asignado a su hermano Francisco, y que terminaba en los 01º20'N, justo por donde andaban nuestros cuates.

Meandros activos y abandonados de un afluente
 del Putumayo. Más tieso que una vela.
De nuevo reunidos Pizarro y Orellana, Orellana y Pizarro, éste último decide lanzarse, a pesar de diversas opiniones en contra, "por el río abajo a descubrir"... y para allá que se van, en principio andandito por la orilla del río. La pregunta obvia es: "ya, pero... ¿de qué río?", Pues veréis, como casi no hay ríos en la cuenca amazónica y, además, sus cauces son taaaaaaaaaan rectilíneos, no es tan sencillo saber exactamente en qué punto decidieron seguir por el río y cual era ese río. El consenso general es que descendió por el río Napo, a orillas del cual está la ciudad Puerto Francisco de Orellana, aún en Ecuador. Sin embargo, hay quien opina que el descenso comenzó más al norte y fue por el Putumayo, frontera natural entre Colombia, Ecuador y Perú (por ejemplo, aquí). Fuera cual fuera, el río es un peaso río, según Carvajal de hasta media legua de ancho (en realidad se queda más o menos en la mitad: 1 km, que ya está bien). La expedición siguió su curso a pie unas veinte leguas, hasta llegar a un poblado. El viaje a pie era tan penoso que Pizarro, de nuevo con la opinión en contra de Orellana, decide que se construya un barco, primero para cruzar el río y segundo para seguir su curso. A pesar de haberse opuesto al asunto de fundar la primera fuerza naval amazónica, al final fue Orellana el que comandó la construcción del barco. Madera no les faltaba, así que se las apañaron para hacer un barquichuelo que les sirviera para llevar a a algunos enfermos y parte de la carga pesada de forma más cómoda. Así bajaron otras 50 leguas por el río, pero las cosas no fueron a mejor, más bien bastante a peor. Si... la situación era manifiestamente mejorable. En ese momento, Carvajal nos cuenta que Orellana toma la decisión de:

"... (Orellana) determinaba de dejar lo poco que allí tenía y seguir el río abajo, y que si la ventura le favoreciese en que cerca hallase poblado y comida con que todos se pudiesen remediar, que él se lo haría saber, y que si viese que se tardaba, que no hiciese cuenta del, y que, entre tanto, que se retrajese atrás donde hubiese comida, y que allí le esperase tres o cuatro días, o el tiempo que le pareciese, y que si no viniese, que no hiciese cuenta del..."

Indios de la zona del Putumayo (de aquí) ¿Serían estas las amazonas?
Y aquí es donde Orellana, con 57 soldados, se separa de Pizarro y sigue su camino río abajo en el barquichuelo y unas cuantas canoas indias. Como después veremos, esta separación no fue contemplada de idéntica forma por Pizarro. Nosotros, hoy, seguiremos a Orellana y Carvajal, tengo curiosidad por saber a donde llegan... Por desgracia, la situación era, también, manifiestamente empeorable y no encontraron nada que llevarse a la boca en más de doscientas leguas. El río iba recibiendo más y más afluentes, sobre todo desde el sur y los (supongo) 59 miembros de la expedición se dedicaron al consabido remedio de comer cuero, madera, suelas de zapatos cocidas, hierbajos... muchos hombres enfermaron, pero fueron sobreviviendo. En medio de la desesperación, el día 8 de enero de 1542 oyeron tambores o similares. Al día siguiente, en efecto, vieron varias canoas repletas de aborígenes que huyeron al verlos. Los siguieron y llegaron a un poblado. No me resisto a poner las órdenes de Orellana ante el desembarco:

"...el Capitán mandó que con muy gran orden saltasen todos en tierra y que todos mirasen por uno y uno por todos, y que ninguno se desmandase y como buenos mirasen lo que tenían entre manos, y que cada uno hiciese lo que era obligado..."
¿Eh?¿Qué me decís? Órdenes claras, concisas y válidas en cualquier circunstancia. Esos indios en concreto resultaron amistosos y no solo suministraron viandas a los famélicos soldados, sino que llamaron a los diferentes caciques locales, ante los que Orellana se presentó, les dijo que íbamos en son de paz, que tomaba posesión de esas tierras en nombre del emperador y tal... en fin, lo normal.

Aprovechando este remanso de tranquilidad en la accidentada expedición, Orellana decide construir un barco de más porte para seguir la navegación y nosotros vamos a aprovechar para hacer un receso en la narración antes de enfrentarnos al resto del descenso del río, a las opiniones enfrentadas entre Orellana y Pizarro y al segundo y tal vez más famoso navegante español del Amazonas, además de intentar averiguar por qué se llama Amazonas...






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