lunes, 23 de diciembre de 2013

Un insensato y un pirado: Orellana y Aguirre (II)

PRIMERA PARTE AQUÍ

Por fin vuelve a salir una foto propia en el blog!
Hace solo unos días (¡ejem!) habíamos dejado a nuestro amigo Orellana en algún momento de enero de 1542 acompañado por 57 soldados (y dos curas), rodeado por indios amazónicos afables y colaboradores y reponiéndose de un penoso camino en barcaza y a pinrel de un buen puñado de leguas -unas 270, según la crónica- a lo largo del río Napo o el Putumayo. O tal vez otro, vaya usted a saber, pero vamos, si bajaban por el Napo, seguramente estarían en la zona norte del actual Perú, si lo hicieron por el Putumayo, justo en la frontera entre Perú y Colombia. Sea como fuere, estaban a más de 2.500 km del punto en el que tocarían el mar unos meses después. Eso en línea recta, claro; siguiendo el curso del río, ni os cuento. Por cierto, nota cultureta de mucha utilidad: "En línea recta" refiriéndose a distancias y viajes se dice en inglés "as the crow flies"; no sé si es que el resto de volátiles tienen por costumbre ir dando rodeos...

Astilleros unidos de la Amazonia, S.L.

Una vez solucionado lo básico, Orellana decidió que con el barco que habían llegado hasta allí no podían ir mucho más lejos y puso a sus cuates a construir otro. De forma relativamente sorprendente (reconocedlo, uno no se espera a un grupo de soldados (y dos curas) españoles en el Amazonas organizándose de forma medianamente ordenada), los trabajos de construcción de la nave comenzaron y se desarrollaron con un orden casi prusiano, a pesar de que los allí presentes no dominaban la técnica en absoluto. Juan de Alcántara y Sebastián Rodríguez se presentaron voluntarios para hacer clavos e hicieron 2000 en 20 días, se formaron equipos de leñadores, otros fueron haciendo carbón con el que alimentar los hornos en los que fundirían las herraduras y forjarían los clavos. Los más débiles se encargaban de mover los fuelles... todo un proceso de construcción comilfó pergeñado por 50ytantos barbudos (y dos curas)... Resultado: no era un barco para participar en la copa del America, pero hasta el océano sí que les llevó. En ese periodo fallecieron 7 de los expedicionarios "de la hambre pasada"

Los Españoles construyendo uno de sus bergantines
en la Amazonia (de la wiki)
Fray Gaspar nos cuenta que el día de la Candelaria (2 de febrero) partieron de nuevo, después de haber oido hablar a uno de los lugareños, un tal Aparia, de las "amazonas".  Al poco de estrenar el barco se encontraron con un afluente del río que llevaban, supongamos a partir de ahora que el Napo, que venía bastante crecido, revoltoso y cargado de restos varios que casi les hacen naufragar. De la inmensidad del río (os recuerdo, un afluente del Amazonas en su curso alto, nada que ver con lo que se encontrarían más abajo) da cuenta el hecho de que dos canoas se separaron del barco y estuvieron perdidas entre islas un par de días. Milagrosamente la expedición se reunificó "con grande alegría" según Fray Gaspar.

Poco después llegaron a otro poblado donde "les dieron mucha comida de tortugas y papagayos en abundanciay aún algo después, en otro poblado... "...mucha cantidad de comida, así de tortugas como de manatís y otros pescados, y perdices y gatos y monos asados". Dan ganas de pasarse por la zona solo para disfrutar de sus maravillas culinarias, o sea. Hasta aquí todo parece más o menos controlado, los lugareños amables y colaboradores y no hay rastro de los peligros anunciados, aunque entre mono asado y chuletón de manatí (eso igual está hasta bueno, por cierto) les volvieron a advertir sobre las feroces guerreras amazónicas:

"...y le dijeron que si íbamos a ver los amurianos, que en su lengua los llaman coniupuyara, que quiere decir grandes señoras, que mirásemos lo que hacíamos, que éramos pocos y ellas muchas, que nos matarían."

En la imaginación de los miembros de la expedición se fue formando algo parecido a lo que describe el vídeo (lo siento por los que no seguís la versión web del blog) de la izquierda ¡Muerte por kiki! Puestos a morir...

Por otra parte, Orellana y los suyos le habían cogido ya el gusto al temita de la construcción naval y se pusieron a hacer ooootro bergantín (y van 3) siguiendo el mismo procedimiento y organización ya conocidas. En esta ocasión tardaron 35 días en tenerlo a flote, calafateado y todo. Nos dice Fray Gaspar que pasaron la cuaresma y hasta el domingo de Cuasimodo en aquella zona y el 24 de abril de 1542 partieron de nuevo con los dos barcos.

Esta nueva etapa del descenso del río fue algo más movida. A mediados de mayo, en la zona de Machiparo, los lugareños ya no se mostraron tan amistosos y los dos bergantines fueron atacados por algunas de las tribus ribereñas; de hecho se produjeron los primeros enfrentamientos realmente serios, con 18 heridos de cierta consideración, uno de los cuales acabó palmando, un tal Pedro de Ampudia. En vista de los acontecimientos cargaron toda la comida que pudieron y siguieron río abajo mientras los indios siguieron hostigando, cada vez en mayor número, durante dos días. Dice Fray Gaspar que esa zona estaba bastante poblada y que durante unas 80 leguas las riberas estaban llenas de poblados, por lo que ellos se mantenían lo más centraditos en el cauce del río que podían, sin aproximarse a tierra ni parar.

Por fin el Amazonas

Tras Machiparo entraron en el territorio de Oniguayal, donde tampoco fueron recibidos demasiado amistosamente por los lugareños. Se les hizo huir a ballestazo limpio y se aprovisionaron en uno de los poblados. El domingo después del día de la Ascensión, o sea, unos 40 días y 340 leguas después de haber dejado Aparia, el río por el que bajaban de encontraba con otro:

"Volviendo a la historia, digo que el domingo después de la Ascensión de Nuestro Señor salimos deste dicho pueblo y comenzamos a caminar, y no hubimos andado obra de dos leguas cuando vimos entrar por el río otro río muy poderoso y más grande a la diestra mano: tanto era de grande que a la entrada hacía tres islas, de cabsa de las cuales le pusimos el río de la Trinidad; y en estas juntas de uno y de otro había muchas y muy grandes poblaciones y muy linda tierra y muy fructífera: esto era ya en el señorío y tierra de Omagua"

Las islas de la Trinidad (Google maps)
Acababan de llegar al río que hoy conocemos como Amazonas y que ellos denominaron "de la Trinidad" pero, de momento, ni rastro de las "grandes señoras". Las distancias que describe Carvajal cuadran más con un descenso por el Putumayo que por el Napo, en cuyo caso entraron en el Amazonas junto a San Antonio de Içá y esas que véis a la izquierda son las tres islas que dieron su segundo nombre en castellano al Amazonas. Sí, segundo, en 1500 Vicente Yáñez Pinzón (uno de los hermanos Pinzones, los que eran unos mari..neros) se había adentrado en sus aguas desde su desembocadura y lo había llamado "Santa María de la Mar Dulce".

La zona por la que andaban ahora parecía más poblada y por aborígenes mucho más organizados y avanzados. La prudencia hizo que Orellana decidiera no adentrarse por tierra siguiendo alguno de los caminos bastante principales que vieron, así que los días de navegación fueron continuos. Tras unas cien leguas de rio, en las que en ocasiones este era tan ancho que ya no podían ver las dos orillas, entraron en un nuevo señorío, el de Paguana, en el que los indios eran pacíficos, para variar, y su señor bastante poderoso. Aquí Fray Gaspar nos habla de "ovejas de las del Perú" (llamas) y "peras de Nueva España" (aguacates). Un cachondo el fray...

Siguió la navegación sin gran novedad, alternado poblados hostiles (los más) con alguno amistoso, hasta que el día de la santísima Trinidad (esta la he tenido que mirar: 50 días después de Pascua) se topan con otro gran rio que se incorpora al Amazonas por la siniestra:

"Sábado, víspera de la Santísima Trinidad, el Capitán mandó tomar puerto en un pueblo donde los indios se pusieron en defensa; pero, a pesar de ello, los echamos de sus casas, y aquí nos proveímos de comida y aun se fallaron algunas gallinas. Este mismo día, saliendo de allí, prosiguiendo nuestro viaje, vimos una boca de otro río grande a la mano siniestra, que entraba en el que nosotros navegábamos, el agua del cual era negra como tinta, y por esto le pusimos el nombre de Río Negro, el cual corría tanto y con tanta ferocidad, que en más de veinte leguas hacía raya en la otra agua, sin revolver la una con la otra"

Encuentro de las Aguas, de la wiki. Dejo a la profunda
inteligencia de los lectores determinar cual es el Amazonas
y cual el Negro
En este caso sí que perduró el nombre seleccionado por Orellana y ese afluente del Amazonas sigue siendo conocido como Rio Negro. El espectáculo de la unión de las aguas negras y pardas dura una jartá de kilómetros y se puede  apreciar perfectamente en Google Earth. Por cierto, las gallinas se fallaron, es decir: hallaron, encontraron. Ya estamos con la leyenda negra...

Al poco de aquello volvieron a recibir noticias de las fieras guerreras de las que ya les habían hablado. En un poblado bastante grande les dijeron que eran vasallos de las amazonas, a las que proveían de plumas de papagayo. Enormes mujeres desnudas... plumas de papagayo... ¿pero esto qué es?

El 7 de Junio, víspera del Corpus tuvieron un nuevo encontronazo con los indios que llegaron a asaltar los bergantines. No se puede decir que la marcha fuera aburrida, pero sí monótona: leguas y leguas de un río enorme, con algún afluente por acá o acullá, con numerosos poblados de indios hostiles, algunos no tan hostiles, diversas noticias de las mujeres guerreras y ningún rastro de ellas. En algún poblado no hacía falta ser muy listo para colegir que los indios no tenían demasiadas buenas pulgas:

"En este pueblo había siete picotas que nosotros vimos que estaban en trechos por el pueblo, y en las picotas clavadas muchas cabezas de muertos, a cuya cabsa le pusimos a esta provincia por nombre la Provincia de las Picotas, que duraba por el río abajo setenta leguas. Bajaban deste pueblo al río caminos hechos a manos, y de una parte y de otra sembrados árboles de fruta, por donde parecía ser gran señor el desta tierra"

Así, como diciendo...bien es cierto que Orellana tampoco se anduvo con chiquitas:

"Visto el Capitán que no se querían rendir y que nos habían hecho daño y herido algunos de nuestros compañeros, mandó poner fuego a las casas donde estaban los indios, y así salieron de ellas y huyeron y hubo lugar de recoger comida"
Sucedió, sin embargo, un hecho reseñable y es que, por primera vez en muchísimo tiempo, recibieron noticia de la presencia por la zona de hombres blancos. De hecho, de hombres y de mujeres:

"Se tomó en este pueblo una india de mucha razón, y dijo que cerca de aquí y la tierra adentro estaban muchos cristianos como nosotros y los tenía un señor que los había traído el río abajo; y nos dijo que entre ellos había dos mujeres blancas, y que otros tenían indias y hijos en ellas: éstos son los que se perdieron de Diego de Ordas, a lo que se cree, por las señas que daban, que era a la banda del Norte"

El tal Diego de Ordaz u Ordás  fue otro de los tantísimos adelantados desconocidos hoy en día, que dieron vueltas y más vueltas por América en la primera mitad del siglo XVI. Tal vez repesquemos su nombre algún día, así que no nos extenderemos mucho ahora en sus fazañas. Según parece en uno de sus garbeos perdió un barco, comandado por un tal Juan Cornejo, por la zona en cuestión. Si los blanquitos que le mencionaron a Orellana tenían o no que ver con Cornejo no se sabe, entre otras cosas, porque Orellana decidió que sí, que vale, que serían cristianos y tal, pero que no estaban ellos en condiciones de ayudarles demasiado, así que pasaron del temita.

Y, por fin, las amazonas


Hacia finales de Junio vuelven a tener noticias de las Amazonas, en este caso muchísimo más directas:

"...nos salieron a recibir al camino por el agua, con buena intención, y como llegaron cerca del Capitán, quisiera traerlos de paz, y así los comenzó a hablar y llamar; pero ellos se rieron y hacían burla de nosotros e se nos acercaban y decían que anduviésemos y que allí abajo nos aguardaban, y que allí nos habían de tomar a todos y llevar a las Amazonas. El Capitán, enojado de la soberbia de los indios, mandó que les tirasen con las ballestas y arcabuces, por que pensasen y supiesen que teníamos con qué los ofender; y así, se les hizo daño... "

Esta fotillo me supondrá unas cuantas visitas no
muy interesadas en Orellana, supongo.
Hombre, hay que comprender que Orellana y sus cuates llevaban unos seis meses en una situación manifiestamente mejorable, pasando calamidades sin fin y que tenían que estar de selva, de río, de mosquitos y de indios hasta las mismísimas gónadas, pero hasta un activo beligerante contra la falsisísima leyenda negra como yo tiene que reconocer que no son formas. Lo que me recuerda un pequeño trauma de infancia cuando escamoteé un "Interviu" (Nov'80, Norma Duval en la portada) vaya Vd. a saber de dónde y me embaulé la lectura completa, con fotos y todo, del reportaje sobre "Holocausto Caníbal". En fin, no nos metamos en temas psicopersonales... A lo que íbamos, no sabemos si estos indios concretos ya eran agresivos antes de que los tirotearan, pero después se dieron al flecheo como si no hubiera mañana, de resultas de lo cual cinco expedicionarios resultaron heridos, entre ellos nuestro Fray Gaspar. Afortunadamente, como él mismo dice, los hábitos le salvaron y pudo seguir tomando nota de lo que pasó y nosotros leyéndolo. Pues bien, queridos y amables lectores, a esta altura del relato ¡por fin aparecen las amazonas!

"Han de saber que ellos son sujetos y tributarios de las Amazonas, y sabida nuestra venida, les van a pedir socorro y vinieron hasta diez o doce, que éstas vimos nosotros, que andaban peleando delante de todos los indios como capitanas, y peleaban ellas tan animosamente que los indios no osaban volver las espaldas, y al que las volvía delante de nosotros le mataban a palos, y esta es la cabsa por donde los indios se defendían tanto. Estas mujeres son muy blancas y altas, y tienen muy largo el cabello y entrenzado y revuelto a la cabeza, y son muy membrudas y andan desnudas en cueros tapadas sus vergüenzas, con sus arcos y flechas en las manos, haciendo tanta guerra como diez indios; y en verdad que hubo mujer de éstas que metió un palmo de flecha por uno de los bergantines, y otras que menos, que parecían nuestros bergantines puerco espín"

Acongojante ¿no? Orellana mandó centrar los disparos en las impresionantes mujeronas y cayeron 8 o 9, lo que hizo bajar algo el ardor guerrero de los indios y la expedición aprovechó para poner pies en polvorosa. A estas alturas, según Fray Gaspar, llevaban andadas/navegadas 1400 leguas "antes de más que de menos" desde que se separaron de Pizarro (por cierto: trankis, que volveremos a hablar de él).

Fray Gaspar volvió a ser herido en otra escaramuza unos días después: recibió un flechazo en un ojo y pasó a engrosar el pelotón de los tuertos, junto con el mismo Orellana. Bastante más abajo, ya fuera de la que ellos habían denominado provincia  de San Juan, por fin pudieron darse algo de descanso e interrogar a un indio que habían tomado preso en la escaramuza. De él proviene la mayor parte de la información sobre las Amazonas: que vivían en poblados con casas de piedra siete jornadas tierra adentro, que no "estaban casadas" pero que sí parían, para conseguir lo cual usaban la técnica de la razzia y el secuestro (vamos, la muerte por kiki), que a los hijos varones los mataban y que la jefa de todas ellas se llamaba Coñori.

En serio.

Os lo juro.

Coñori.

A partir de aquí, de nuevo navegación rutinaria: que si hambre, que si asaltos para conseguir provisiones, que si indios hostiles, un accidente en que casi pierden uno de los dos bergantines, una parada de 18 días para repararlo... así hasta el 26 de agosto en que llegan al mar. Recordemos que van sin piloto, sin cartas, sin brújula y sin GPS. Aún así, el 9 y el 11 de septiembre de 1542 llegaban por separado los dos bergantines a Nueva Cádiz, en la isla de Cubagua, actual Venezuela.

Y de toda esta película lo que quedó fue que el rio Santa María de la mar dulce, posterior río de la Trinidad, pasó a la historia como rio de las Amazonas, recordando las legendarias mujeres guerreras de la mitología helénica.

Orellana no es que fuera demasiado bien considerado en su época, como veremos en el siguiente y último capítulo de esta entrada múltiple. Valga como ejemplo lo que de él y de las Amazonas dijo Francisco Gómez de Gómara:

"Entre los disparates que dijo fue afirmar que había en este río amazonas, con quien él  y sus compañeros pelearan. Que las mujeres anden allí con armas y peleen no es mucho, pues en Paria, que no es muy lejos, y en otras muchas partes de Indias lo acostumbraban; ni creo que ninguna mujer se corte o queme la teta derecha para tirar al arco, pues con ella lo tiran muy bien, ni creo que maten o destierren  sus propios hijos, ni que vivan sin maridos, siendo lujuriuosísimas"

Sea como fuere, Orellana volvió a la corte a contar lo sucedido y en cuanto pudo organizó otra expedición al Amazonas. La expedición fue un absoluto desastre y Orellana la palmó en ella en 1546. Para su desgracia, probablemente por una flecha envenenada, no por kiki.

Carvajal no volvió al Amazonas y murió en Perú a la avanzada edad de 84 años, sin embargo le volveremos a ver con nuestros propios ojitos unos 20 años después en los mismos parajes en compañía de otro famosísimo navegante del Amazonas, tal vez el más famoso. Cosas del cine...