martes, 18 de febrero de 2014

Un insensato y un pirado: Orellana y Aguirre (y IV, de esta acabamos sí o sí)

Supongo que no hace falta que lo diga, pero la primera, segunda y tercera partes de este follón están AQUÍ, AQUÍ y AQUÍ, respectivamente.

Reconozco que he estado valorando la posibilidad de olvidarme del serial en el que nos hemos metido y saltar directamente al siguiente personaje que nos visitará, que ya está medio decidido y nos llevará de nuevo a los EE.UU. Sólo por tocar lo que no suena, ya sabéis... de todas formas tampoco creo que aparecieran turbamultas en las calles reclamando el GRAN FINAL de la historia de Aguirre. Total, somo cuatro gatos (agudos y valiosos, pero cuatro) y esta peli ya la pusieron en la tele. Además, siendo como era el personaje, es capaz de venir a atormentarme desde sus tumbas (SUS tumbas) sólo por dejarlo definitivamente en scriptus interruptus. Volvamos pues a:

Mayo de 1561, Amazonia


El único miembro de la expedición que a estas alturas no tenía que tener miedo hasta de su sombra era el afilador, que recorría el campamento de norte a sur y de sur a norte en su mobylette tocando el chifle tranquilamente y hartándose de hacer negocio, en la seguridad de que era el único tío realmente indispensable. Los cuchillos se afilaban a diario, de tanto usarlos, y, quien más quien menos, dormía con un ojo abierto no fuera esa noche a tocarle a él. Recordemos que, a finales de la anterior entrada, habíamos relatado la muerte de todo un rey, ni más ni menos que del "por la gracia de Dios príncipe de la Tierra Firme y del Mar del Sur y reinos del Pirú", vamos, Fernando de Guzmán, de los Guzmán de toda la vida. Aún a pesar de la continua vigilia necesaria, nos cuenta Pedrarias que:

"...cada noche había muchas menos cosas en el campo porque los indios de aquella provincia era gente atrevida y de noche venían y se entraban donde dormíamos y hurtaron muchas espadas y ropas hasta que se pusieron más centinelas que los espiaban y maltrataban algunos dellos, y no acudían ya tan a menudo"

El afilador, por don Francisco
Como es lógico, la alegre camaradería generada por el liderazgo de Aguirre trajo consigo una cierta escasez de víveres ya que nadie se encontraba con presencia de ánimo suficiente para dar la espalda al resto de la expedición e ir a pescar/cazar/robar requisar alimento. Como consecuencia, cada día morían uno o dos expedicionarios de hambre o enfermedad y eran arrojados al río. Aguirre, por su parte, no solo no se iba mostrando más comedido, sino que el propio terror instaurado le realimentaba para ser cada día más salvaje. En cierta ocasión llamó a varios hombres a su presencia porque "le dolía el estómago" y, según iban llegando, un par de esclavos negros tenían orden de ir dándoles garrote para después colgar los cadáveres de las proas de los navíos con un cartel que decía "Por amotinadores".

El número de episodios salvajes no tiene fin y quedan recogidos con bastante detalle (y tal vez con algo de exageración también) por Pedrarias en su crónica. Podríamos empezar y no parar, pero esto iba a acabar siendo un simple catálogo de garrotes, agujazos, cuchilladas, colgamientos y todo tipo de formas y maneras poco agradables de deshacerse del personal. Sólo por mencionar uno más, en una ocasión un tal Juan López Cerrato fue asaltado por otro soldado al que había ofendido. Cerrato se defendió como pudo y sobrevivió pero, a instancias de Aguirre, el matasanos de la expedición "le echó polvos en las heridas para que muriese y ansí lo hicieron y murió y lo echaron al río". En fin... hasta el maese de campo Martín Pérez llegó a opinar lo siguiente:

"¡Por vida de tal!, que yo no sé con quién quiere el general hacer la guerra si cada día mata a siete o ocho de los que trae consigo!"

Mientras tanto, la expedición seguía descendiendo por el río y la navegación ya se veía afectada por las mareas, de hecho los barcos quedaban varados con cierta frecuencia cuando la marea bajaba. Aguirre, mientras tanto, se entretenía como solía: matando, y también preparando a los hombres para las misiones futuras. Les obligó a ir dejando abandonadas todas sus pertenencias para que, al llegar a Isla Margarita, tuvieran más motivaciones para asaltar y robar. A todo esto estaban ya muy cerca del mar, el río (al lorito, que no digo QUÉ río) se había ensanchado enormemente y era un laberinto de islas, y distintos brazos:

"Y un día invió Aguirre a que con una piragua que llevábamos fuese a ver si era poblada la isla, y un español con otros cuatro mestizos fueron en la piragua y no volvió más ni se pudo saber qué se hizo. unos decían que como era grande el río y muchas las islas, que se desatinaron y no supieron volver; otros decían que, desesperados, se habían quedado entre los indios y, según veníamos, no me maravillo"

Una vez llegados al mar, pusieron rumbo hacia Isla Margarita y nos dice Pedrarias que en ese viaje navegaron 300 leguas en 14 días. Recordemos que Orellana también tardó 14 dias (16 el segundo barco) en hacer esa ruta, en su caso hasta Cubagua, al lado de Margarita, por lo tanto parece que la cosa cuadra: mismo tiempo, misma ruta... sin embargo no parece que esté tan claro. Y diréis ¿cómo no va a estar claro? Si Aguirre comenzó a bajar por el Marañón, sólo pudo salir al mar por la desembocadura del Amazonas ¿dónde se ha visto que un sistema fluvial tenga dos salidas al mar? Hablo de salidas realmente independientes, no de ramas en un delta, claro. Pues...aquí, justo aquí:

Justo entre la chincheta amarilla y la roja fluye el río Casiquiare, también conocido como canal del Casiquiare, un caso único entre los ya de por sí no muy frecuentes casos de captura fluvial. Como podéis ver por los nombrecitos que le he puesto a las chinchetas, el Casiquiare une el Orinoco con el río Negro y, efectivamente, permite navegar desde el Amazonas hasta el Orinoco, por lo que es perfectamente posible ir navegando desde Perú a la desembocadura del Orinoco remontando el río Negro en el camino. Pero claro, una cosa es que sea posible y otra muy distinta que sea probable. A mí me sigue pareciendo rizar el rizo de la casualidad que los marañones decidieran remontar el río Negro, que ignoraran todos sus afluentes, que no son pocos, durante 1.300 km, que escogieran tomar precisamente el Casiquiare, un río único en el mundo, que justo allí decidieran dejar de remontar y empezar a seguir la corriente del Orinoco hasta el mar y que este hecho tan anormal (llegar al mar remontando un río y saliendo por otro) no se explicite en ninguna de las crónicas que nos legaron unos tíos que se admiraban  por cualquier tontería...No parece muy probable, no, pero hay gente que lo defiende con vehemencia y serios argumentos, por ejemplo AQUI.

Margarita, Burburuata y Barquisimeto


En realidad la cosa no cambia mucho, fuera por el Orinoco o por el Amazonas, Aguirre fue sembrando el paisaje de fiambres hasta que llegó a Isla Margarita y, una vez allí, con toda la práctica que había ido cogiendo y nuevas víctimas a su alcance no iba a parar ¿no? Pues no, claro.

Nada más llegar a Margarita, ya en verano de 1561, Aguirre apresó con ciertas artimañas al gobernador Juan de Villandrando y a un par de alcaldes y a continuación sus cuates tomaron la isla dando a sus habitantes un trato manifiestamente mejorable:

"Todo el mundo haga la guerra a fuego y sangre y no me dejen en este pueblo hombre ni mujer que no me maten ni casa que no me quemen y cada uno viva en la ley que quisiere"

Ejemplos de que ese principio se cumplía a rajatabla los hay a cientos. De todas formas, la llegada a la "civilización" también favoreció alguna deserción, como la de un tal Monguía o la de nuestro amigo Pedrarias de Almesto, que se escaqueó junto a un tal Alarcón estando ya la "gente marañona" en tierra firme venezolana, en concreto en la zona de Burburuata, donde llegaron a principios de Septiembre. Aguirre no se anduvo con tonterías ni pérdidas de tiempo: puesto que no aparecían, se llevó a la esposa del alcalde para que éste tuviera algún incentivo en buscarlos y se piró de Burburuata hacia Valencia. Los trincaron, claro, y, una vez llevados ante Aguirre, a Alarcón le hacen cuatro cuartos, como a un cochinillo. Pedrarias es perdonado. ¿Perdonado?¡¿Aguirre perdonando a un traidor?! Me parece que aquí nos hemos perdido algo...

Bueno, tal vez se me haya escapado comentaros el pequeño detalle de que Pedrarias y Elvira, la hija de Aguirre, tenían sus cositas y que ésta ya le había salvado en alguna ocasión de la ira de su padre. Acabáramos...

Las fuerzas leales al rey ya se habían organizado e iban hostigando a los marañones, que se hicieron fuertes en Barquisimeto. Bueno, lo de "hacerse fuertes" es un decir, porque, quien más quien menos, ya pensaba más en salvar su cuello, bien fuera de la ira de Aguirre o de la justicia del rey, que en luchar. El goteo de deserciones era constante. Pedrarias lo dice así:

"... de suerte que andando desta manera nunca se hirió a ninguno de los del rey porque, creo muchos de los de Aguirre no echaban pelotas en los arcabuces porque ya tenían intento de pasarse"

Lo de no echar pelotas no deja de tener su gracia en el doble sentido, dadas las circunstancias.

Finalmente en octubre de 1561, Aguirre se encontró acompañado por tan sólo 20 soldados, rodeado por el enemigo y, supongo, harto de estar harto. Se dirigió lentamente a su hija, Elvira, arcabuz en mano, dispuesto a arrebatar la última de las muchas vidas que segó. La joven se resistió y le quitó el arma a su padre, el Tirano, así que Aguirre, una vez más, hubo de recurrir a la violencia de baja estofa en la que se había hecho un maestro:
"Hija, yo te quiero matar. Por eso, encomiéndate a Dios"
Sacó la daga y acabó con ella a cuchilladas. Tal vez para evitarle ser objeto de la venganza que él mismo merecía, tal vez sencillamente por desesperación... no, seguramente porque estaba como una regadera, no le vayamos a pedir que rija precisamente ahora.

Aguirre murió el 26 de octubre de 1561 de un arcabuzazo disparado por uno de los marañones cuando se disponía a hablar con García de Paredes. Acto seguido le cortaron la cabeza. Elvira fue enterrada en una ermita de Barquisimeto, de lo poco que no había incendiado su padre. El Tirano fue descuartizado y sus cuartos expuestos en los caminos de Barquisimeto, mientras la cabeza se expuso en la picota de Tocuyo. Dudo que ninguna de estas cinco partes fuera enterrada, espero que me permitáis la licencia del primer párrafo de esta entrada.

Concluye Pedrarias su crónica de forma bastante elocuente:

"Luego la gente marañona se comenzaron a ir cada uno por su parte y ansí dio fin la mala y perversa opinión y tiranía deste traidor y hallo por mi cuenta que hoy no hay ninguno de los que entraron y supieron y fueron en consulta de matar al buen gobernador Pedro de Orsúa que haya dellos alguno que se vivo, porque todos murieron de mala muerte y unos a otros se mataron.

Recapitulación y remate (tratándose de Aguirre, mejor remate que conclusión) 


Tenemos muchos cabos sueltos, como dijimos al principio de la anterior entrada y, para felicidad de los que reclaman enlaces del pasado con el presente, hoy hay varios que dejaré apuntados, pero primero vamos con los remates.

Pizarro y Quasimodo
Hemos mencionado la peli de Herzog varias veces. Bien, está basada en un libro de Ramón J. Sender que no he leído, así que mi opinión sobre la película es sólo sobre la película: es un truño de marca mayor. Históricamente no tiene ni pies ni cabeza: mezcla las expediciones de Orellana (por eso salen Pizarro y Carvajal, recordad que dijimos que volvería) y de Aguirre, que además limita al río y, si bien se refleja su crueldad, no llega ni a la suela de los zapatos a lo que fue. Se centra más en el aspecto quasimodesco de Kinski y en reflejar el ambiente opresivo de la jungla y tal...Además es aburrida como ella sola. Hay un plano de casi un minuto de aguas bravas desenfocadas que es para matar a alguien.

Por cierto, Pizarro no tuvo nada que ver con la expedición de Aguirre, por supuesto, pero éste había servido a las órdenes de Pizarro. Y le había traicionado, claro.

Otro punto que hemos mencionado pero no desarrollado es la carta que Aguirre redactó e hizo llegar a Felipe II desde Margarita y que comienza "Rey Felipe, natural español, hijo de Carlos Invencible...". En ella Aguirre se dirige al hombre más poderoso del mundo tuteándole y como a persona de menor edad, que lo era. Lo cierto es que la carta es interesantísima y, en cierto modo, realmente bella. Os sugiero su lectura, por ejemplo AQUI.

Por otra parte, también es interesante estar atento a quién opina qué sobre este personaje y resulta que uno se encuentra ensalzamientos realmente sentidos de Lope de Aguirre por parte de bolivarianos e independentistas vascos. No los enlazaré, pero es sencillo encontrar loas y propuestas de todo tipo, por ejemplo bautizar el avión presidencial de Chavez (antes de que él mismo la diñara, claro) con el nombre de Lope de Aguirre con la sana intención de tocar los eggs. Bien podría ser esta propuesta una broma, pero no sé yo...tal vez por eso haya tantas ganas de demostrar que Aguirre salió al mar por el Orinoco, para hacer aún más venezolana su aventura.

Ahora sí creo que podemos dar por cerrada esta serie de entradas sobre dos famosas expediciones por el Amazonas: Orellana y Aguirre. Ha sido laborioso y tal vez algo pesado, lo lamento, buscaré algo más liviano para próximas entradas, pero creo que ha merecido la pena. Por cierto, una última reflexión: solemos asociar el Amazonas con Brasil y, por tanto, con Portugal, pero lo cierto es que el río enterito estaba en el lado Español del mundo según Tordesillas, de nacimiento a desembocadura.