sábado, 22 de marzo de 2014

De Dr. No a Pierre Nodoyuna: Sir Francis Drake (I)

El mundo militar, especialmente el anglosajón, es tendente a la estandarización. No solo hay uniformes, sino que casi cualquier elemento del equipo de un miembro del ejército tiene unas características reguladas. Los relojes no son una excepción; durante la segunda guerra mundial las unidades británicas recibieron toneladas de relojes suizos de una calidad más que aceptable, muchos de los cuales fueron voluntariamente destruidos al finalizar la guerra a petición de los fabricantes para evitar una inundación del mercado. El reloj reglamentario (que ha ido cambiando a lo largo de la historia) es conocido como el "G10" por el formulario que había que rellenar para pedirlo y, aparte de los originales fetén, hay muchos fabricantes que elaboran relojes basados de forma más o menos fidedigna en esta estética. Da la casualidad de que a mí me encantan ese tipo de relojes y tengo varios de esa orientación (ebay es tu amigo). 

A los que nacimos con el don natural de la elegancia cualquier cosita
nos queda bien. Mejor no epatar con lujos.
Nota: Estos no son tipo G10.
Este tipo de relojes suele quedar niquelao con correa de nailon, que también está incluida en el estándar G10 y que, por deformación, se suele llamar correa NATO o "NATO strap" en inglés, ya que tienen su código NATO (en concreto el 6645-99-527-7059 para la del ejército del aire, por ejemplo. O sea, que si os presentáis en un acuartelamiento de la OTAN y mencionáis ese número, os darán una correa de reloj de nailon gris, de 280 mm de largo, 20 mm de ancho y con unas hebillas de lo más curioso). Aunque la correa no fue incluida en el estándar oficial hasta 1973 por las FF.AA. británicas, uno de sus miembros más famosos (en concreto de la Marina) ya había puesto de moda una correa similar unos años antes. Esta variante de la NATO con bandas longitudinales es conocida en su honor como Bond, NATO Bond y los colores originales, los que tenía la correa que sujetaba el submariner a la muñeca de Sean Connery en Goldfinger, son los que veis en la foto adjunta en la correa del Citizen. El Seiko ATLAS, por su parte, lleva los colores que erróneamente se identifican como colores Bond. Ya, ninguno de los dos es un Rolex y yo no soy James Bond, pero es lo que hay...

Bond, James Bond es un ya longevo héroe de acción que lleva varias décadas paseando su palmito por las pantallas de todo el mundo y, como pasa con casi cualquier héroe, su leyenda depende en parte de la maldad de los villanos a los que se ha enfrentado: Scaramanga, Stavro, Auric Goldfinger y, claro, el Dr. No.

Los cienes y cienes de personajes españoles merecedores de hacernos pasar un rato agradable leyendo sus cuitas no necesitan exagerar la capacidad de su enemigo para hacerse los interesantes, pero creo que no está de más que hablemos hoy de uno de ellos; uno de los enemigos icónicos de España en el siglo XVI: el conocido corsario inglés Francis Drake, miembro también de la Marina Británica, como Bond. Don Francis pasó a ser Sir Francis en 1581 y, por lo tanto, caballero británico en el momento de suceder buena parte de los hechos de los que vamos a hablar hoy. Alguien dirá que me centro más en sus derrotas que en sus victorias, que las hubo. Puras insidias...

Francis Drake, corsario inglés


Francis Drake nació en la granja de Crowndale, cerca de Tavistock, en el suroeste de Inglaterra. Hijo de un granjero que acabaría de vicario en Upnor, una aldea costera de Kent tras huir de Devon por robarle a un paisano... Drake padre acabó enchufando a su hijo mayor, Francis, como grumete en un barco mercante que cruzaba a Francia con frecuencia. Cuando el patrón del barco murió sin descendencia testó a favor del joven Francis que se quedó con el barco. Eso es empezar una carrera con buena estrella y lo demás son tonterías.

Muy pronto Drake dirigió sus ojos hacia América. De sus primeros viajes poco se sabe, pero después, entre 1572 y 1573, se dedicó abiertamente al pirateo en el Caribe y el istmo de Panamá, capturando no pocos botines en compañía de su primo John Hawkins.

La reina Isabel I de Inglaterra, arreglada pero informal.
De la wiki.
La cosa les fue tan bien que la reina Isabel I de Inglaterra, que mostraba más bien pocos escrúpulos a la hora de usar artes de nobleza dudosa para tocar lo que no suena a España (y llenar sus arcas de paso), dispuso que Drake y Hawkins se dedicaran a ello de forma "profesional", pero que lo hicieran donde los españoles se podían sentir más seguros: en el Lago Español. Resumiendo: Drake cruzó el estrecho de Magallanes y a principios de 1579 comenzó su actuación estelar en el Pacífico, a bordo del Golden Hind, dándose al pillaje sin conocimiento. Valparaiso, El Callao, Arica (puerto por el que salía la plata de Potosí)... no hubo puerto que no intentaran saquear; en la mayoría de los casos sin resistencia alguna, en ocasiones se encontraba los barcos atracados y vacíos, con toda la tripulación en tierra dándose a la molicie del ocio. Entre lo dados que somos al temita y la confianza en la ausencia de enemigos, no dejaba de ser normal...

Uno de los momentos estelares de ese año de raids y pillaje fue la captura por parte de Drake del Nuestra Señora de la Concepción, más conocido por los marineros españoles por el descriptivo nombre de Cagafuego, aunque pasó a los libros ingleses como Cacafuego. De ahí a "Cacafuti", un paso. Drake se enteró de la existencia, la ruta y la carga del Cagafuego en el asalto a El Callao y se lanzó a por él simulando ser un carguero mercante. De nuevo pilló a la tripulación por sorpresa y se hizo con el barco y su cargamento. La leyenda dice que la reina Isabel I prohibió a Drake hacer público el importe del botín para que no se supiera nada de la parte que ella misma se quedó... sí, parece ser que la reina y el pirata iban a pachas y, como os contaré luego, no les fue nada mal el negocio a los hijos de la Gran Bretaña.

Después de lo del Nuestra Señora de la Concepción, Drake siguió sus garbeos por la costa, llegando hasta el norte de California, zona que denominó Nueva Albión y reclamó para Inglaterra de forma bastante optimista "de mar a mar".  Pues no iban a pasar años hasta que alguien distinto a los nativos tomara posesión real de la zona...

A finales de año Drake decidió volver a Inglaterra. Como se imaginó que su retorno por el mismo camino no iba a ser tan placentero como el viaje de ida al no contar ya con el factor sorpresa, decidió volver por poniente y convertirse, para los británicos, en el segundo navegante en dar la vuelta al mundo... 60 años después que el primero. Digo lo de los británicos, porque hasta que Urdaneta consiguió el Tornaviaje, todos los españoles que fueron a Filipinas y alrededores tuvieron que volver por el Índico. Que nos conste, el propio Urdaneta completó la vuelta al mundo tras los sucesos de las Molucas, bien es cierto que no en su propio barco. Hemos de recordar que, tanto en el caso de Elcano como en el de Drake, lo de dar la vuelta al mundo no fue más que una anécdota y que tomaron esa vía por ser la más conveniente para el retorno. Además, una vez que la vía del Pacífico estaba abierta, no tenía el menor mérito navegarlo hacia poniente; incluso en 1580 tampoco lo tenía hacia levante, desde 1565 se conocía la ruta de vuelta y más o menos había un servicio de galeones regular.

Pero vamos, que Drake volvió a Inglaterra dando la vuelta al mundo, que llevó consigo todo lo que había rapiñado a barcos españoles, otros no había, en los puertos y aguas del Pacífico y que según nada menos que el Barón Keynes (sí, el de cavar agujeros y volverlos a tapar):
"En realidad, el botín extraído por Drake en la Golden Hind puede ser considerado perfectamente como el origen y la fuente de las inversiones británicas en el extranjero. Con su producto Isabel I pagó la totalidad de su deuda exterior, e invirtió parte del resto (unas 42.000 libras) en la Compañía del Levante; a partir de las ganancias de la Compañía del Levante se formó en gran parte la Compañía de las Indias Orientales, cuyas ganancias durante los siglos XVII y XVIII fueron el principal fundamento de las conexiones extranjeras de Inglaterra"
Del "Treatise on Money, Volume 2: Applied Theory", capítulo 30. Los dos volúmenes suman unas 700 páginas de literatura vibrante y capturadora que te impide dejar el libro una vez comenzado. No, es coña.

Esa pasta fue un trinque con todas las letras pero según Keynes, no cualquier mindundi, fue nada menos que la base sobre la que se asentó el poderío comercial inglés de los siglos XVII y XVIII y, por tanto, el Imperio Británico. Al menos en parte ¡la Commonwealth se basa en el Cagafuego!

No cabe duda de que fue un botín bien invertido, desde luego. Piratas sí, tontos no.

La Grande y Felicísima


Drake no solo volvió millonario, sino que fue inmediatamente nombrado caballero al poco de volver, en cuanto la reina terminó de contar la pastizara que el corsario le había traido. Liz y Frank le cogieron gusto al procedimiento y prepararon una nueva campaña en la que no nos detendremos demasiado. Entre 1585 y 1586 Drake, esta vez con 21 naves y 1800 paisanos atacó, secuestró, pidió (y cobró) rescates... a ambos lados del Atlántico, destacando los ataques a Vigo y a Cartagena de Indias, aparte de algunos saqueos menores.

"De cómo le chamusqué las barbas a Felipe II" por el propio Drake, via wiki.
Podría también ser un esquema del sistema digestivo de una rata de barco,
pero creo que no lo es.
Felipe II comenzó a pergeñar el plan por el que, injustisísimamente, es más conocido fuera de España (me temo que en la España de los últimos puestos del informe PISA ni eso. "¿Felipe Palote Palote? A mí la que me pone palote es la Vane" me cuentan que contestó el más espabilado de los encuestados): la invasión a gran escala de la Gran Bretaña. No nos vamos a meter a fondo en esa historia, que ya tocamos de soslayo al hablar del rompecorazones Cuéllar y además no tengo yo capacidad para abordar algo tan gordo, pero sí mencionaremos un par de apuntes de la implicación de Drake que, como casi todo lo que rodea a la Grande y Felicísima Armada, está envuelto en mitos y leyendas. La película, de todas formas, podría comenzar con el asaltazo a Cádiz realizado por Drake en 1587 que tuvo su puntillo de Pearl Harbor:

  1. Fue un golpe material y moral de primera magnitud, que en nuestro caso retrasó sustancialmente la formación de la Armada
  2. Fue una intervención de audacia casi incomprensible, atacando el corazón de la mayor armada del mundo. En inglés se conoce a esta operación como "Singeing the King of Spain's Beard" o "Chamuscando la barba del Rey de España" y me parece una definición muy acertada, por desgracia.
  3. De Pearl Harbor se dice, de Cádiz se sabe: los espías de Felipe II en Inglaterra (Bernardino de Mendoza, exembajador ante Su Graciosísima que había sido expulsado entre gracia y gracia, aún mantenía sus contactillos y avisó desde Francia el 19 y 21 de abril) avisaron con detalle de que el ataque se estaba preparando y no se quiso, no se pudo o no se supo hacer nada.

Nuestro íntimo y corsario enemigo tenía ya un prestigio estratosférico en Inglaterra y esta acción no hizo más que acrecentarlo y le valdría el nombramiento como vicealmirante pero, Francis, ¡todo lo que sube, baja, mushasho!

Al lío, que finalmente Felipe II, el prudente, se cansó de serlo y de aguantar al pesado del papa Sixto V (que si vaya cobardica de rey católico me he echado, que si esto con el emperador de verdad no pasaba, que si ahí tienes a los hijos de la Gran Bretaña riéndose de nosotros, que si vas a tardar más en esto que en construir ese monasterio que te has preparado... y tal) y lanzó el ataque refinitivo contra los británicos con los resultados que conocemos, en algo causados por las artes inglesas y en mucho por los elementos. Sí, aun huyendo de patrioterismos resulta difícil dar mucho del mérito de la derrota de la Armada Española a la Británica. De hecho, muy a pesar del hostigamiento inglés, la Grande y Felicísma cruzó el Canal sin muchos problemas, las cosas se complicaron después, por ejemplo en Gravelinas, gracias a las artes "imaginativas" de Drake (como mandar barcos en llamas contra los galeones españoles y tal...). Pero vamos, que no hay que discutir demasiado, en el monumento erigido en Plymouth en 1888 con motivo del tercer centenario del asunto, la leyenda podría ser algo así como "Los valientes y habilidosísimos marinos ingleses patearon el culo a los orgullosos y mugrientos españoles" y no pone eso. No, no, no... lo que pone es:

"He blew with his wind and they were scattered"
 O sea:

"Sopló con su viento y fueron dispersados"

Nota para los despistados: el que sopló fue Dios, mostrando de esta forma su apoyo explícito al protestantismo anglicano, faltaría más.

No hay más preguntas, señoría.

La expedición de la Grande y Felicísima Armada tuvo un resultado manifiestamente mejorable, pero en términos históricos tampoco supuso el descalabro que a veces nos imaginamos. España se rehizo de aquello con la solvencia que un gran imperio en su apogeo se podía permitir y mantuvo su dominio de los mares aún bastantes años, como veremos. Lo que no solemos recordar los alumnos de la EGB es que los británicos se envalentonaron tanto con el resultado del asunto que pensaron que Dios iba a soplar de su lado siempre y se decidieron a hacer ellos mismos un ataque similar. Con un par.

Para saber cómo les fue en el intento tendremos que esperar a la siguiente entrada de profundosoconfusos, pero creo no desvelar gran cosa si os aviso de que Drake había terminado ya su época de Dr. No y estaba a punto de comenzar la de Pirre Nodoyuna.






1 comentario:

  1. Curiosamente a la Gran Armada, no felicísima para tripulantes y algunos de los náufragos que anduvieron por Irlanda, se la conoce como la Invencible, nombre despectivo con el que la bautizaron los franceses, y que así la denomina la mayoría de escritores españoles, incluso en libros de texto.

    La mayoría de españoles son dados a pregonar nuestras derrotas, y no estaría de más que también conocieran las victorias como esta de Blas de Lezo.

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