sábado, 26 de diciembre de 2015

La Rochela: Bocanegra y Pembroke

Se ha estrenado en estos días la última de 007, lo que es una excusa tan buena como otra cualquiera para traerle a las líneas del blog. No es la primera vez que en esta bitácora se menciona al capitán de fragata Bond, James Bond, de la Royal Navy y, muy probablemente, no será la última. No es que yo sea un friki de las pelis de James Bond, pero las he visto todas aunque, en realidad, no por propia voluntad. En los ya muy lejanos primeros 80, cuando el mundo del videoclús estaba aún en mantillas, mi padre compró un peaso de video VHS de los que entonces se denominaban "portátiles", con la sana intención de adquirir algún día una cámara y cargar por los mundos de Dios con aquel mamotreto. Afortunadamente tal cosa nunca ocurrió y el Panasonic PV5000, con su separable PV-A500 no salieron nunca de casa. Como decía, por aquel entonces aún no había una invasión de videoclubes y menos aún en mi barrio, lo que propició que nos hiciéramos orgullosos socios del videoclús de El Corte Inglés. En poco más de un año, no entraremos en los motivos, me tuve que ver prácticamente entera la sección de V.O., de la que las pelis menos aburridas para mi en aquel momento resultaron ser... las de James Bond. Ya puestos y de rondón, de vez en cuando colé alguna en versión doblada, al menos alguna de las estrellas del sector entonces, entre las que recuerdo Acorralado y, sobre todo, Das Boot.

Puedo reconocer sin demasiada vergüenza que entonces Das Boot me pareció un adoquín de marca mayor, pero no es por su calidad cinematográfica (que hoy no le discuto en absoluto) por lo que aparece aquí, sino por la historia que cuenta o, más bien, por un cierto detalle de la historia que cuenta...

La Rochelle, 1941


«U-boot by Ferrer-Dalmau» de Augusto Ferrer-Dalmau.
Vuelve nuestro pintor de cabecera. De la wiki.
Poco después del inicio de la segunda guerra mundial, sobre todo tras la expansión alemana a Noruega y Francia, la Kriegsmarine tenía muy controlado el Atlántico Norte y se dedicaba a hundir mercantes británicos como si no costara. De hecho, les costaba bien poco, gracias a su superioridad submarina. A partir de 1941 las cosas fueron cambiando un poco y los U-boot empezaron a tener las cosas sustancialmente más shungas. La peli Das Boot se basa libérrimamente en las fazañas del U-96, submarino de la clase VII-C que, en la vida real, hundió nada menos que 27 barcos aliados, la mayoría entre 1940 y 1941. La ficción de Das Boot comienza y termina en tierra, en concreto en una de las principales bases atlánticas de la flota submarina nazi, que estos mushashos habían situado junto a la ciudad francesa de La Rochelle. Desde esta base, al igual que desde las de Lorient, Brest y otras en Francia, los U-boot salían "de patrulla", solos o en manada (Rudel en alemán, de donde deriva la expresión con la que se conocía esta táctica en inglés: wolfpack) a cazar convoyes de cargueros con la aviesa intención de estrangular a Inglaterra. Estuvieron a punto de conseguirlo, por cierto.

Los alemanes utilizaron algunos puertos de mediano tamaño para construir unas instalaciones blindadas del carajo la vela que protegieran a los U-boot cada vez que iban a repostar y ser reparados. Estas instalaciones no solo cumplieron su misión durante la guerra, sino que la sobrevivieron y aún existen. No he visitado ninguna, pero deben ser dignas de un paseo...

Como digo, el ficticio U-96 tenía su base en el puerto de la Pallice, prácticamente integrado en la ciudad de la Rochelle, ciudad apreciada por su puerto natural desde hace muuuuuuuuuchos años.

El carajal de los 116 años


La Guerra de los cien años ya había sido mencionada en profundosoconfusos (aquí) pero, claro, un conflicto tan, tan largo da para muchas idas y venidas, así que hoy lo vamos a visitar de nuevo.

La guerra de los cien años fue un carajal del siete, no solo largo, sino sinuoso y harto difícil de comprender. Además, no se trató de un conflicto único, sino de uno lleno de ramificaciones y localismos. Por ejemplo, se puede decir que Castilla entró en la guerra como primera derivada de la propia guerra civil que se vivió aquí a mediados del siglo XIV entre partidarios de Pedro I y de Enrique de Trastámara. En dicha guerra ya intervinieron, de una u otra forma, tropas francesas e inglesas, apoyando a Enrique y a Pedro, respectivamente y fue precisamente un (1) francés, un tal Beltrán Duguesclín, el que, en 1369 y en un giro de guión de los que salvan una película, decidió el resultado final de la guerra mientras dejaba una de esas frases para la historia: 
"Ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor"
Bueno, él podría decir lo que quisiera, que para eso era francés, pero claro que puso rey. En concreto "facilitó" que Enrique pasara a cuchillo a Pedro (y luego lo decapitara, y paseara su cabeza por las plazas pedristas, y exhibiera su cadáver... todo muy edificante y tal). Desolé...

Francia tras Brétigny. De la wiki. Obsérvense las islas del
Canal (Jersey y Guernsey) que hoy siguen siendo inglesas.
Bueno, en realidad de la Corona Británica, que no es lo mismo.
En fin (pronúnciese "anfan"), que ya teníamos a Enrique II como rey de Castilla, en deuda con Francia y dispuesto a meterse de hoz y coz en el conflicto que la enfrentaba con Inglaterra que, curiosamente, había apoyado a su rival en Castilla. Hay que recordar que, aunque los castellanos somos tachados de poco menos que rudos mesetarios destripaterrones de secano por nuestros bienamados paisanos de la costa, Castilla era ya, allá por el siglo XIV, un inmenso reino con vistas a tres mares y flotas en todos ellos. Si, ya, yo tampoco sé qué le veían/veíamos/ven/vemos a ese mogollón de agua salada, pero hay que reconocer que al final no nos fue demasiado mal lo de tener cierto control sobre la mar océana, incluso a eso le encontramos alguna utilidad...

En ese momento la guerra de los 100 años estaba en un largo periodo de descanso. De hecho, de no ser por el asunto del tal Beltrán, igual se había quedado en "guerra de los 23 años (1337-1360)" finalizada en el Tratado de Brétigny, peeeeeero la victoria de Enrique II en Castilla hizo que su apoyo a Francia fuera casi obligado. Carlos V (de Francia, nada que ver con nuestro IyV), como buen francés, tardó nada y menos en romper el tratado firmado en 1360 en cuanto Castilla se puso de su lado y él se sintió con fuerzas suficientes para derrotar a Inglaterra, cuya armada era la indiscutible dominadora de los mares en ese conflicto. De repente, Francia tenía un aliado que podía enfrentanse de tú a tú a Inglaterra también en el mar. El tratado de Brétigny había concedido a Inglaterra el control de Guyena, Gascuña y, en general, el suroeste francés, cuyo puerto más importante era...

La Rochela, 1372


Santa María la Real de Nájera. Foto mía.
Ambrosio Bocanegra era otro de esos personajes a los que sus padres habían bautizado pensando en la posteridad. De origen genovés, era marino e hijo de marino y, en 1372, estaba al cargo como Almirante de la flota castellana, puesto en el que más o menos sucedió a su padre Egidio Boccanegra (según se fueron españolizando, los Boccanegra cedieron una de las ces de su apellido). Don Egidio había sido también Almirante de Castilla con Alfonso XI y con su hijo Pedro I, que se ganó el sobrenombre de "el cruel" ajusticiando, entre otros, a don Egidio cuando descubrió que le hacía ojitos a su hermanastro y rival Enrique de Trastámara. Ambrosio habría seguido el mismo camino si no hubiera salido por piernas tras la derrota de los Trastamáridos en Nájera en 1367. Pero igual que la ópera no acaba hasta que canta la gorda, las guerras (más si son entre hermanastros) no acaban hasta que uno de los dos muere. Enrique se rehizo, como hemos contado, y se pasó por la piedra a se deshizo definitivamente de Pedro en Montiel, tras lo que volvió a poner a un Bocanegra, en este caso Ambrosio, como Almirante de Castilla en agosto de 1370.

Lo primero que hizo don Ambrosio una vez nombrado Almirante fue resolver un asuntillo que había con los portugueses, que tenían casi controlada la costa gaditana, habían realizado incursiones en distintas villas costeras y tenían bloqueado el acceso al Guadalquivir, con lo que eso suponía para Sevilla. Según nos cuenta el más reputado y respetado cronista portugués, la marinería de las naves que estaban ejerciendo el bloqueo estaba en un estado manifiestamente mejorable, seriamente afectada por el escorbuto, y cuando la armada castellana se reconstituyó tras la guerra civil, no tuvieron gran cosa que hacer.

"En abono de la retirada, expone un escritor de autoridad, estaban en la flota trabajados y dolientes, tanto que hombres entrados sin barba salieron canos, censurando de paso la política del rey D. Fernando (Nota: Fernando I de Portugal, el Hermoso o el Inconsciente, según para quien), que así gastaba los tesoros sin provecho"
De "La Marina de Castilla" de Cesáreo Fernández Duro bajo la dirección de D. Antonio Cánovas del Castillo. Por cierto, ejemplar digitalizado en... la universidad de Stanford. 

Por cierto, ese cronista se llamaba nada menos que Fernam o Fernão Lopes.

En serio.

Os lo juro.

Fernão Lopes.

Según algunas fuentes "el mejor cronista de cualquier época o nación"

¡Toma ya!

Una vez liberada la costa de la Luz y abierto el paso a Sevilla por el Guadalquivir, el crédito de Bocanegra subió como la espuma.

Mientras tanto, mucho más al norte, el rey de Francia había puesto sitio a la Rochela con la esperanza de que, esta vez si, con el apoyo de Castilla por mar la ciudad caería. El rey inglés (a la sazón Eduardo III Plantagenet) era consciente de la importancia de la plaza y montó un flotón, para la época, comandado por Juan de Hastings, conde de Pembroke, yerno del rey y que ya había luchado del lado de Pedro I en la guerra civil de Castilla. Pembroke salió de Southampton y, aunque no hay referencia creíble de la composición exacta de la flota, sabemos que requisaron las naves necesarias para llevar un cuerpo de ejército y tesoro sficiente para pagar a tres mil soldados durante un año.

La flota castellana iba al mando de don Ambrosio, como sabemos, pero con él navegaban Cabeza de Vaca, Fernando de Peón y Rui Díaz de Rojas y... a partir de aquí hay tantas versiones de lo sucedido que es difícil saber exactamente como fue el asunto. Los cronistas anglófilos tienden a hablar de una ligera superioridad castellana en navíos, pero también hay quien sostiene lo contrario. Asimismo, según a quién hagamos caso, la primera en llegar a La Rochela fue una armada o la otra. Supongamos que los hechos acaecieron así:

Así se queda el puerto de La Flotte, en la Isla de Ré, frente a la Rochela.
Foto mia.
La armada inglesa llegó a la ensenada el 22 de Junio de 1372, antes de que lo hiciera la catellana, compuesta por unas veinte galeras. Nada más llegar, los castellanos hicieron como que peleaban un poco, se quedaron bien a gusto mentando a gritos a las madres de todos y cada uno de los caballeros ingleses para, a continuación, dar media vuelta y alejarse mar adentro. Si Mel Gibson hiciera un pinícula de esto nos mostraría centenares de culos castellanos en la borda de las galeras... Pembroke mantuvo posición, seguro de que Bocanegra se había acollonido ante su flota. Peeeeeeeeero, los que hayáis leído la crónica veraniega de Aquitania recordaréis que en esa zona las mareas son vivísimas, cosa que Bocanegra debía saber y Pembroke no. Las aguas fueron bajando, tanto que las embarcaciones inglesas, de mayor calado, quedaron varadas en la arena, mientras las galeras castellanas podían moverse libremente a su alrededor. Además, por primera vez en la historia (hay quien dice que no fue la primera vez, pero desde luego fue la primera en que resultó tan decisiva), Bocanegra hizo uso de artillería embarcada en sus navíos, batiendo con bombardas a los inmóviles barcos ingleses. El desastre inglés fue total y absoluto: más de cuarenta barcos hundidos o quemados, 800 difuntos y entre 200 y 400 caballeros prisioneros, entre los que estaba el mismo Pembroke. Contrariamente a lo habitual en esa época, una vez producida la rendición de Pembroke se dejó de matar; lo habitual entonces era degollar sin conocimiento hasta que se desafilaran los cuchillos o se acabaran los enemigos... Los prisioneros fueron llevados ante Enrique II en Burgos y posteriormente se entregó a Beltrán Duguesclín al conde de Pembroke pero desgraciadamente se le murió en cautividad y no pudo cobrar el rescate pertienente.

"E el Rey ovo grand placer con estas nuevas, e estovo en Burgos fasta que le enviaron al conde de Peñabroch e a los caballeros que con él fueron presos, los cuales eran setenta caballeros de espuelas doradas, e enviaronle todo el tesoro e fizo por ello muchas mercedes al almirante e a todos los que con él fueran en la dicha batalla de la mar"
Una vez destruida la flota inglesa, la situación de la Rochela era insostenible y "el día de Nuestra Señora de Agosto" la ciudad se entregó al Rey de Francia.

A modo de conclusión


La batalla de la Rochela fue esencial para Francia, pero también para Inglaterra y, sobre todo, para Castilla, que pasó a ser la dominadora absoluta de las aguas del Cantábrico y Canal de la Mancha, lo que supuso el inicio de una fase de control militar y comercial de la zona, lo que, curiosamente, influyó de manera decisiva en que Burgos pasara a ser una de las ciudades comercialmente más importantes de Europa, pero eso nos da para otro capítulo, espero.

La Rochela, como vimos al principio, siguió siendo un puerto de enorme importancia hasta nuestros días. Como dato curioso, fue el puerto de salida (el 1 de mayo de 1402) de la expedición comandada por Jean de Bethencourt que iniciaría la conquista de las Islas Canarias para Castilla. Hoy es una ciudad realmente agradable de visitar y más que interesante. Si alguna vez pasáis cerca, dadle una oportunidad y, desde cualquiera de las dos torres que franquean la entrada al puerto antiguo (la de San Nicolás y la de la Cadena) pensad que desde allí habríais sido espectadores de excepción de una de las batallas más importantes de la historia de Castilla.

En Francia.

Y en el mar.

Puerto antiguo de La Rochela desde la torre de San Nicolás. Foto mía.